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Mostrando entradas de febrero 15, 2009

ANTOLOGÍA DEL SEGUNDO SEXO

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Entre Shandys y Bartlebys dedica este número a la escritora venezolana. Aquí encontrarán una breve muestra de lo que se está escribiendo en Venezuela. ¿Por qué la mujer? Sencillamente porque el aporte que en esta hora está haciendo a la literatura del país es determinante. Sus nombres se multiplican, así como se multiplican en todos los rincones de la vida nacional. Esta antología es un guiño a la amistad y al agradecimiento

RECUERDO DE PARÍS. Por Silda Cordoliani

A (primer personaje) Tú, por supuesto, no lo sabes. No tienes por qué saberlo, pero la verdad es que casi nunca uso el metro, y menos a esa vacilante hora de la noche, cuando ya casi todo el mundo ha llegado o está muy cerca de llegar a su casa, cuando los ociosos se preguntan qué más irán a inventar para llenar el tiempo que los separa del sueño, que es como decir, del próximo día. Definitivamente no me gustó encontrarte. Del tren tardarse un poco más yo habría continuado caminando hacia el extremo del andén, embarcado en otro vagón y nada habría ocurrido. Si hubiera ido leyendo atentamente cualquier papel de trabajo, como acostumbro cada vez que tomo el metro con asientos libres, si me hubiera distraído tratando de encontrarle sentido a la discusión que con un mínimo de vocabulario sostenían tres liceístas sobre la novela de las nueve; en fin, que de no voltear repentinamente a la derecha, no te habría distinguido, no te habría encontrado deseando insistente una mirada que correspond

SLEEPING BEAR DUNES. Por Iria Puyosa

Ella me ha pedido que le escriba un cuento erótico. He dicho que sí. Lo escribiré para ella. No me excita la idea. Es simplemente que no quiero decirle que no. Me gusta hacer cosas para ella. Así que mientras manejo y la miro de reojo, trato de encontrar alguna idea para comenzar a escribir ese cuento erótico. No encuentro nada. Lo que ella busca, lo que ella espera, es algo que no va a surgir en este carro, a 75 millas por hora. Sólo cinco por encima del límite; me estoy volviendo conservador. Y tengo que escribir un cuento erótico. Yo que sólo escribo memos y planes de negocios. Esta noche me fumo un Bob Marley, a ver si con el humo, la languidez y el olor como de cacao húmedo quemándose, descubro qué cosa es eso de escribir un cuento erótico. Un cuento erótico debe ser malva o magenta, uno de esos colores que ella ve en los árboles del otoño. Allí, adonde yo veo amarillo o rojo, ella ve cuentos eróticos. Erectos, húmedos, oliendo acre. Helena enciende la radio. No le gusta National

PONTIAC 59. Por María Celina Núñez

En aquella época Mario había llegado de NY a la casa de las puertas verdes. Mario descubrió el Pontiac 59. Abandonado como estaba en el garage, yo nunca le había prestado atención. Lo primero que hizo fue una montaña con toda la basura acumulada debajo del carro y la coronó con un cráneo de gato que encontró entre los desperdicios. Le hicimos un homenaje fúnebre al gato muerto. Encendimos velas a su alrededor y escuchamos The Cranberries, que, según él, habría complacido al gato. Las llaves del carro estaban perdidas y, como pudimos, abrimos las puertas y nos sentamos a beber y a fumar en la noche iluminada por el poste de luz y las velas. Mario trató varias veces de romper con piedras el bombillo del poste para que sólo quedaran las estrellas y las velas pero nos tuvimos que conformar. Escuchamos el cassette varias veces y, cada vez que sonaba Salvation, Mario brindaba por el alma del gato. Cada vez con más tragos, me había convencido de que debía estar en el cielo de los gatos esa

BAR NUAGE. Por Dina Piera Di Donato

Para J.R. (jota) Cuando entraron dos, incrustadas de pedrerías particularmente notables, hacía rato que yo me había convertido en bicho de jardín y me columpiaba en la orla dorada que colgaba del espejo que todo lo reflejaba tornasol. No estaba empericada, ni siquiera borracha: es que yo era lamentable, terrosa e insignificante como esos caracoles babosos que viven en la lechuga, sencillamente eso. Para la época además había heredado un guardarropas con grises, marinos, y gamas de negros espeluznantes, porque yo había deseado mucho tiempo el alma lujosa de una mujer que solamente me dejó antes de irse su ropa vieja. Convencida de que su ausencia había quedado entre faldas y chaquetas me vestía desde entonces como ella, a ver si... A ver si nada. En realidad tenía que terminar un cuento donde se hablara de ratas, cantantes, ertzabeths, brujas de blancanieves, alimañas y otras criaturas. Entonces mi amiga Lou Man de Resc, escritora como yo (la de Josefina y las piedras) vino a verme un

ALEVOSÍA CORPORAL. Por María Ángeles Octavio

En la víspera de nunca partir, no hay equipaje que hacer. Fernando Pessoa "¿Quién va a viajar?", me pregunté viéndome en el espejo. El baño que acababa de tomar había empañado mi reflejo, que sólo surgía conforme mi mano lo acariciaba, haciendo que yo apareciera por partes frente a mí. "¿Iremos todos?", me repregunté al tomar la toalla blanca que sedienta me abrazó y, con sus poros de lengua, lamió el agua que todavía descendía por mi cuerpo. "¿Quién va a viajar?", volví a preguntarme, ahora desenredando mis cabellos. Introduciendo el peine en las frondosidades de mis hebras. Preguntándome cómo se llenaron de esos nudos que impiden la penetración de las cerdas. Mi cabellera larga, lacia, goteaba espesos brotes sobre mi cuello. El esfuerzo de los hilos por soltarse y quedar libres, los hacía venirse en aguas. En bajada, caían estas porciones de líquido, rodaban por mi columna. Cada una de las pequeñas fracciones de humedad despertaba en mí a quienes me ha

ME ROBÓ VILA-MATAS. Por Clara Machado

Extrañas las fuerzas que de repente nos invaden y nos atraen, que nos chupan como si fuesen una aspiradora del tiempo y del cielo. Quiero estar caliente pero me hace falta el frío. Quiero ser el hombre de al lado, sentado en su mesa de este café tan antilietario de un centro comercial. El habla con un viejo, el padre, un amigo, un consejero, no sé, en todo caso es alguien que lo escucha. Ni se imagina que mi mano se mueve e indaga en su conversación. Quizás no les importa que yo escuche. ¿Qué importa que una extraña se entere del plan que hizo Jorge? Me gustaría conocer a ese Jorge y saber cuál fue su plan y por qué ellos dos están contentos de que desista. Suena una música muy fuerte en el fondo y no escucho más. Mucha gente está entrando para escapar de la lluvia, se quiere resguardar y mientras tomar un café. Ellos quieren cuidarse y evitar el frío. Mentira que a alguien le guste el frío. El infierno es frío. Se van el viejo y el muchacho, jamás supe quién era Jorge y busco a quien
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HOTEL HOLANDA. Por Olga Colmenares

el poema que n o digo, el que no merezco. Miedo de ser dos camino del espejo: alguien en mí dormido me come y me bebe. Árbol de Diana Alejandra Pizarnik Dividida, desde aquella fotografía sólo es posible la división y ella. Él no se imagina lo que produjo en mí su imagen. Prometeo robó el fuego y rompió las cadenas en su cintura. Mi moral me prohibía seguir, mi curiosidad empujaba vehemente. Sólo ella lo sabe, sólo ella pudo sentirlo en mis manos, mis manos que ahora son parte de su cuerpo, mis manos que son los únicos testigos. Palabras de él: arte, fotografía, pornografía, curiosidad, ansia, deseos, angustia, el otro, hotel, francés, ella, hermosa, desnuda, sólo yo. La moral, la moral de la negación que va apretando la tuerca, la moral que ahorca y deja sin aire. No vamos a hacer nada malo, sólo posaremos para él. Clandestino, oculto y sin explicaciones. Nunca tuve esas inclinaciones, nunca mis ojos se fueron de lo normal, nunca existió la curiosidad; nunca lo pensé, nunca lo