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Mostrando entradas de julio 19, 2009

Junichiro Tanizaki. Autor de El Tatuador

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Novelista japonés. Casi toda la ficción de Tanizaki trata del conflicto entre los valores tradicionales y las ideas modernas del amor y la belleza. Sus primeros relatos cortos, entre los que se encuentra El tatuador (1910), muestran la influencia de los simbolistas franceses y del escritor estadounidense Edgar Allan Poe. Hay quien prefiere las ortigas (1929), considerada una de sus mejores novelas, describe una relación marital desgraciada dentro de los valores culturales cambiantes de Japón, un tema en el que insiste magistralmente en el Elogio de la sombra (1933). La novela Las hermanas Makioka (1943-1948) también trata sobre la invasión de la vida moderna en los valores tradicionales. Su obra posterior a la II Guerra Mundial, por ejemplo La nieve tenue (1947), novela de 1.400 páginas, La llave (1956) o Diario de un loco (1961-1962), señala una vuelta al erotismo de sus comienzos. Tanizaki escribió, en 1934, un influyente manual de estilo literario.

El Tatuador. Por Junichiro Tanizaki

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Era aquella una época en la que los hombres rendían culto a la noble virtud de la frivolidad, en la que la vida no era la áspera lucha que es hoy. Eran tiempos de ocio, tiempos en que los ingeniosos profesionales podían ganarse la vida sobradamente si conservaban radiante el buen humor de los caballeros ricos o bien nacidos y si cuidaban de que la risa de las damas de la Corte y de las gheisas no se extinguiese nunca. En las novelas románticas, ilustradas, de la época, en el teatro Kabuki, donde los rudos héroes masculinos como Sadakuro y Jiraiya eran transformados en mujeres, en todas partes, la hermosura y la fuerza eran una sola cosa. Las gentes hacían cuanto podían por embellecerse y algunos llegaban a inyectarse pigmentos en su preciosa piel. En el cuerpo de los hombres bailaban alegres dibujos de líneas y colores. Los visitantes de los barrios de placer de Edo preferían alquilar portadores de palanquín que estuviesen tatuados espléndidamente. Entre los que se adornaban de este mo

José Carlos Somoza. Autor de Silencio de Blanca

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Nací el 13 de noviembre de 1959 en La Habana, Cuba. En 1960 mi familia tuvo que exiliarse por motivos políticos. Unos amigos nos recibieron y hospedaron en España. Fue una suerte, porque mis padres venían sin pertenencias ni dinero: no se les permitió sacar nada del país, salvo a mí. He vivido toda mi vida en España, y soy español. Residí en Madrid y Córdoba, donde comencé mis estudios de medicina y psiquiatría. En 1994, con el título de psiquiatra bajo el brazo, empecé a enviar manuscritos a concursos y editoriales. Mi primera novela se publicó ese mismo año, tras haber ganado un accésit en un premio. Decidí dejar la psiquiatría (que apenas ejercí) y dedicarme a escribir. El éxito internacional de La caverna de las ideas, mi quinta novela larga, me permitió saber que había tomado la decisión correcta. http://www.clubcultura.com/clubliteratura/clubescritores/somoza/presenta.htm

Silencio de Blanca. Por José Carlos Somoza

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Ritual de la rosa (1) Nocturno en si bemol menor opus 9 número 1 (En la partitura: un grupo de seis corcheas inicia el tema, larghetto espressivo, piano.) Los dedos deberían acariciar con suavidad, apenas el roce de los extremos, como de puntillas, sin brusquedades, las m uñecas flexibles, las palmas ahuecadas: transformar entonces esa caricia, imperceptiblemente, en cuatro breves toques; al repetir, con ligereza, jugar sobre el mismo punto, cosquilleando casi, hasta terminar en el remanso de blanca. La otra mano, la izquierda, apenas se mueve: palpa y traza círculos sobre la superficie en un lentísimo masaje, casi levitando, como si quisiera percibir el calor de una piel sin llegar a tocarla o distinguir las palabras recibiendo en los dedos el aliento que las produce. Esa mano no debe variar, forma el dulce tejido que envuelve el cuerpo, crea la figura. La figura. Me esperaba sentada en el banco con las piernas cruzadas: esa imagen regresa tantas veces a mis ojos que parece permanecer

Federico Andahazi. Autor de Las Piadosas

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Federico Andahazi nació el 6 de junio de 1963 en Buenos Aires, Argentina, en el céntrico barrio de Congreso. Es uno de los autores argentinos cuyas obras fueron traducidas a mayor número de idiomas en todo el mundo. Sus libros fueron publicados por las editoriales más prestigiosas. En Estados Unidos fue editado por Doubleday, en Inglaterra por Transworld, en Francia por Laffont, en Italia por Frassinelli, en China por China Times, en Japón por Kadokawa, en Alemania por Krüger y por varias decenas de editoriales de diversos países. Dictó conferencias en lugares tan distantes y prestigiosos como la Facultad de Periodismo y Ciencias de la Comunicación de la Universidad de Moscú, en Rusia, y la Universidad Santos Ossa de Antofagasta, Chile. Ofreció charlas en Estocolmo, Londres, París, Estambul y otras ciudades de Europa, América Latina y Estados Unidos. Participó de Congresos literarios en Francia, Finlandia y varias ciudades de España, entre otros. Fue invitado a numerosas Ferias del Lib

Las Piadosas. Por Federico Andahazi

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1 Las nubes eran catedrales negras, altas y gó­ticas que de un momento a otro habrían de de­rrumbarse sobr e Ginebra. Más allá, al otro lado de los Alpes de Saboya, la tormenta anunciaba su ferocidad dando azotes de viento que enfu­recían al apacible lago Leman. Acosado entre el cielo y las montañas, como un animal acorra­lado, el lago se rebelaba echando coces de caba­llo, zarpazos de tigre y coletazos de dragón, to­do lo cual resultaba en un oleaje tumultuoso. En una recóndita concavidad abierta entre los peñascos que se precipitaban perpendiculares hasta hundirse en las aguas, se extendía una pequeña playa: apenas una franja de arena se­mejante a un cuarto de luna, menguante cuando las aguas subían y creciente en la bajamar. Aquella tempestuosa tarde de julio de 1816, junto a la cabecera del muelle que limitaba el extremo oeste de la playa, amarró una pequeña embarcación. El primero en descender fue un hombre rengo que se vio obligado a hacer equilibrio para no caer en las fauces de