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Mostrando entradas de 2008

EL ÁNGEL LITERARIO DE EDUARDO HALFON

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“Soy guatemaleco, pero no lo Soy”

El lunes 17 de mayo figura ya entre las fechas más significativas de la literatura viva de Guatemala: ese día, en Barcelona, Mihály Dés, Rodrigo Fresán y Jorge Herralde presentaron El ángel literario, la nueva metaobra de Eduardo Halfon, que resultó finalista del multitudinario Premio Herralde de Novela 2003. Por: J.L. Perdomo Orellana Unas cuantas horas antes de sobrevolar de nuevo la zona 1 rumbo a España, este ingeniero industrial que hizo a un lado el título obtenido en Estados Unidos, retomó el hilo que no se detuvo en Esto no es una pipa, Saturno (Alfaguara) y De cabo roto (Littera Books).—¿Qué lo llevó a la ruta transitada por José Batres Montúfar, Musil y Jorge Ibargüengoitia? Aunque tendemos a distanciarlas, literatura e ingeniería vienen a ser la misma cosa: son sistemas para comprender el mundo. El fenómeno del ingeniero convertido en escritor es muy común. Ahí también está Dostoievski. Hay un pequeño paso entre ambas profesiones. Tanto el ingeniero como el escritor tratan

EL ÁNGEL LITERARIO. Fragmento. Por Eduardo Halfon

Empecé a escribir este libro, como siempre, sin saber hacia dónde me dirigía. Nada más deseaba, sin tampoco saber por qué, escribir cuentos biográficos sobre algunos autores que me gustan, que me han marcado en cierta forma como lector y como escritor y, especialmente, como persona. Tal vez quería brindarles un tipo de homenaje o peculiar tributo –no conozco sentimiento más embarazoso que la admiración, recuerdo que dijo o pudo haber dicho Baudelaire. Pronto me di cuenta, sin embargo, de que había un dato biográfico concreto en sus vidas que me interesaba especialmente señalar: el momento exacto en que se habían convertido en escritores. A través de un velo romanticista, yo miraba ese instante como casi un hechizo, como el despertar literario de un pobre príncipe en un cuento de hadas. Ingenuo, ni modo, pero así comencé. Algunas veces encontraba que ese momento era el de primera escritura; otras era el momento o las circunstancias de inspiración; y aun otras era el momento decisivo en

EDUARDO HALFON

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ESTO NO ES UNA PIPA. Capítulo 1. Por Eduardo Halfon

Yo no lo maté. Así les dije, esposado, en grilletes, hambriento, a los gendarmes. Pasé tres noches en la cárcel mientras ellos hacían sus averiguaciones. Me llamo Carlos Mérida, les dije en un mal francés. Tengo veintiún años. Soy guatemalteco, una mezcla de español e indígena. Soy músico pero más pintor. ¿Qué hace usted en Francia?, me gritaron. Venimos juntos, él y yo, hace cinco meses, el 15 de junio, 1912, en un barco carguero llamado Odembalt. Pagamos cien dólares cada uno. Está bien, me interrumpió uno de los dos, el más corpulento, ¿pero qué hace aquí, aquí, en París?, dijo, señalando el suelo con su dedo. Ah, estoy estudiando pintura, le respondí, en la escuela expresionista de Kees Van Dongen. ¿Quién? Van Dongen. Disculpen, ¿no me podrían traer un poco de agua?, supliqué, la garganta ya seca, pero las bestias esas no me contestaron. Porque los que interrogan, aunque sean franceses, siempre son bestias. ¿Eran amigos, entonces? Sí. ¿Desde Guatemala? Sí, muy amigos, pintábamos ju

El guatemalteco Eduardo Halfon gana el XV Premio Bodegas Olarra & Café Bretón

El autor, que residió en la localidad riojana de Matute, se ha alzado con el galardón por su obra 'Clases de dibujo' LA RIOJA LOGROÑO El escritor guatemalteco Eduardo Halfon (Guatemala, 1971) ha sido el ganador de la XV edición del premio Bodegas Olarra& Café Bretón, dotado con 6.000, euros con su obra Clases de dibujo. El jurado, formado por Elvira Valgañón, Francis Quintana, Roberto Hoya, Jesús J. Alonso y Francisco Pérez de la Cadena, premió esta obra de Halfon, escritor que residió durante el pasado año en la localidad riojana de Matute de donde era originaria su esposa, aunque hace algunos meses regresó de nuevo a Guatemala. Durante su estancia en La Rioja, el guatemalteco impartió varios talleres literarios en lugares como el Ateneo Riojano, Universidad Popular y también en el Instituto Sagasta. Eduardo Halfon ha publicado las novelas Esto no es una pipa, Saturno (Alfaguara 2003) De cabo roto (Litera Books 2003) El ángel literario (Finalista del Premio Herralde 2003

LOS LIBROS DE RODRIGO BLANCO CALDERÓN

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LOS PERSONAJES INVENCIBLES DE RODRIGO. Por Héctor Torres

A veces la literatura le regala a uno ocasiones de disfrutar de citas memorables "no documentadas", que además de no estar registradas en ninguna parte, no necesitamos escribir porque nos quedaron grabadas de forma indeleble. Una de esas afortunadas ocasiones me sucedió en una presentación de un libro, cuyo título ahora no recuerdo. En un momento del evento tropecé con Elisa Lerner, un nombre mítico (seguramente a su pesar) dentro de la literatura venezolana. Durante el breve y amable intercambio de palabras le comenté acerca de lo poco frecuente que resultaba verla en eventos de esa naturaleza. Ella me explicó que, efectivamente, asistía a pocos eventos públicos porque ellos consumían un tiempo que se debía dedicar a la literatura. Me mostré de acuerdo con su afirmación, señalando que, de hecho, la literatura exige mucho tiempo para escribir y, más importante aún, para leer. Y para pensar, acotó ella con solemnidad, necesitamos dedicar mucho tiempo a pensar. Hay que pensar m

A PROPÓSITO DE "UNA LARGA FILA DE HOMBRES" Y "LOS INVENCIBLES. Por Rodrigo Blanco Calderón

Borges dijo que la literatura era un sueño dirigido. Es una definición enigmática y exacta que logra describir un misterio con otro misterio. Digo esto porque sería bueno poder preguntarle al Viejo quién lo dirige y hacia dónde se prolonga ese sueño. Ante esta imposibilidad, no queda otra opción que emprender ese diálogo con los antepasados, la lectura y los anhelos, que es el que me imagino toda persona emprende cuando decide desentrañar la historia que subyace a sus propios textos. La historia es corta pues sólo he escrito dos libros de cuentos. El primero, titulado Una larga fila de hombres, lo veo ahora como un delgado saco de papas que, al engordar, se fue transformando progresivamente en un bolso de viaje. Está conformado por cinco cuentos. Cuatro oscilan entre las diez y las veinte páginas y el último se lleva la mitad del libro. El segundo, titulado Los invencibles, lo veo más bien (quizás porque para el momento en que escribo esto está en proceso de edición) como una bomba de

EL ÚLTIMO VIAJE DE TIBURÓN ARCAYA. Por Rodrigo Blanco Calderón

Del libro Los Invencibles Para Juan Pablo Gómez Las tragedias nacionales ponen a prueba las grandes verdades de un país. Y lo sucedido en el estado Vargas confirmaba, entre otras cosas, que no hay tipo de persona más detestable, al menos en Venezuela, que el que se manifiesta cuando alguien asume la modalidad de impertinente fanático de béisbol. Esto yo lo sabía, pero la tragedia de aquel lluvioso diciembre, época decisiva del campeonato, había nublado momentáneamente esta verdad. Sin embargo, la misma tragedia, su contexto de muerte e indefensión, fue la encargada de traerla de nuevo a la memoria. Una semana atrás, en el umbral de la desgracia, se había realizado un referéndum consultivo para ver si se aprobaba o no la nueva constitución. El mismo día de la victoria, el Presidente invocó, antes que el júbilo, el sentimiento de solidaridad con la gente de Vargas. La celebración de la nueva Carta Magna debía ser introspectiva y discreta, pues las lluvias comenzaban a arrojar, como una

ROBERTO BOLAÑO 1953 - 2003

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ROBERTO BOLAÑO

Escritor nacido en Santiago de Chile, Bolaño ha llevado una existencia bastante trashumante. A los 15 años estaba viviendo en México, donde comenzó a trabajar como periodista y se hizo troskista. En el 73 regresó a su país y pudo presenciar el golpe militar. Se alistó en la resistencia y terminó preso. Unos amigos detectives de la adolescencia lo reconocieron y lograron que a los ocho días abandonase la cárcel. Se fue a El Salvador: conoció al poeta Roque Dalton y a sus asesinos. En el 77 se instaló en España, donde ejerció (también en Francia y otros países) una diversidad de oficios: lavaplatos, camarero, vigilante nocturno, basurero, descargador de barcos, vendimiador. Hasta que, en los 80, pudo sustentarse ganando concursos literarios. A fines de los años 90 la suerte empezó a estar de su lado: Los detectives salvajes (1999) obtuvo el premio Herralde y el Rómulo Gallegos, considerado el Nobel de Latinoamérica. Es autor de las novelas, La pista de hielo (1993), La literatura nazi en

UNA NOVELITA LUMPEN Fragmento) Por Roberto Bolaño

" Ahora soy una madre y también una mujer casada, pero no hace mucho fui una delincuente. Mi hermano y yo nos habíamos quedado huérfanos. Eso de alguna manera lo justificaba todo. No teníamos a nadie. Y todo había sucedido de la noche a la mañana. Nuestros padres murieron en un accidente automovilístico durante las primeras vacaciones que hicieron solos, en una carretera cercana a Nápoles, creo, o en otra horrible carretera del sur. Nuestro coche era un Fiat amarillo, de segunda mano, pero que parecía nuevo. De él sólo quedó un amasijo de hierros grises. Cuando lo vi, en el desguazadero de la policía donde había otros coches accidentados, le pregunté a mi hermano por el color. -¿No era amarillo? Mi hermano dijo que sí, claro que era amarillo, pero eso fue antes. Antes del accidente. Las colisiones deforman el color o deforman nuestra manera de percibir el color. No sé qué quiso decir con eso. Se lo pregunté. Dijo: luz... color... todo. Pensé que el pobre estaba más afectado que yo

AMULETO (Fragmento) Por Roberto Bolaño

" Tal vez fue la locura la que me impulsó a viajar. Puede que fuera la locura. Yo decía que había sido la cultura. Claro que la cultura a veces es la locura, o comprende la locura. Tal vez fue el desamor el que me impulsó a viajar. Tal vez fue un amor excesivo y desbordante. Tal vez fue la locura.Lo único cierto es que llegué a México en 1965 y me planté en casa de León Felipe y en casa de Pedro Garfias y les dije aquí estoy para lo que gusten mandar. Y les debí de caer simpática, porque antipática no soy, aunque a veces soy pesada, pero antipática nunca. Y lo primero que hice fue coger una escoba y ponerme a barrer el suelo de sus casas y luego a limpiar las ventanas y cada vez que podía les pedía dinero y les hacía compra. Y ellos me decían con ese tono español tan peculiar, esa musiquilla ríspida que no los abandonó nunca, como si encircularan las zetas y las ces y como si dejaran a las eses más huérfanas y libidinosas que nunca, Auxilio, me decían, deja ya de trasegar por el p

CONVERSACIÓN ENTRE RICARDO PIGLIA Y ROBERTO BOLAÑO

Frente a las propuestas narrativas, tan familiares ya, de los escritores latinoamericanos vinculados al célebre boom, han llegado en los últimos tiempos a España desde aquellas zonas registros literarios radicalmente distintos. Al leer a Ricardo Piglia o a Roberto Bolaño, parece que formaran parte de una galaxia totalmente ajena a aquella que propició las obras de autores como Vargas Llosa, Fuentes, García Márquez o Donoso. Los hemos reunido (virtualmente) para que conversen entre ellos. Bolaño desde Cataluña, Piglia desde California: el hilo conductor es el correo electrónico, y las cuestiones de las que hablar, todas las posibles. Roberto Bolaño. Querido Piglia, ¿te parece bien si empezamos hablando de algo que dices en La novela polaca? "¿Cómo hacer callar a los epígonos? (Para escapar a veces es preciso cambiar de lengua)". Tengo la impresión de que en los últimos veinte años, desde mediados de los setenta hasta principios de los noventa y por supuesto durante la nefasta

UN NARRADOR EN LA INTIMIDAD. Por Roberto Bolaño

Mi cocina literaria es, a menudo, una pieza vacía en donde ni siquiera hay ventanas. A mí me gustaría, por supuesto, que hubiera algo, una lámpara, algunos libros, un ligero aroma de valentía, pero la verdad es que no hay nada. A veces, sin embargo, cuando soy víctima de irrefrenables ataques de optimismo (que finalizan, por otra parte, en alergias espantosas) mi cocina literaria se transforma en un castillo medieval (con cocina) o en un departamento en Nueva York (con cocina y vistas de privilegio) o en una ruca en los faldeos cordilleranos (sin cocina, pero con una fogata). Metido en estos trances generalmente hago lo que hace toda la gente: pierdo el equilibrio y pienso que soy inmortal. No quiero decir inmortal literariamente hablando, pues esto sólo lo puede pensar un imbécil y a tanto no llego, sino literalmente inmortal, como los perros y los niños y los buenos ciudadanos que aún no se han enfermado. Por suerte, o por desgracia, todo ataque de optimismo tiene un principio y un f

MONSIEUR PAIN: O LA PARADOJA DE LA VIDA. Por Abraham Prudencio Sánchez*

*Universidad Nacional Mayor de San Marcos (Perú) Una historia misteriosa: Marcelle Reynaud, al ver que el esposo de su amiga está muriendo, se pone en contacto con Pierre Pain, que es un virtuoso practicante del mesmerismo, para hablar del caso; sin embargo, desde el primer instante siente que ciertas cosas no encajan, es así como ocurre un hecho que a Pain le llama la atención: “El primer síntoma de la singularidad de la historia en la que acababa de abarcarme se presentó en seguida, al bajar las escaleras y cruzarme, a la altura del tercer piso, con dos hombres. Hablaban español, un idioma que no entiendo, y llevaban gabardinas oscuras y sombreros de ala ancha que, al estar ellos en un nivel inferior al mío, velaban sus rostros.” pág. 15 Rápidamente, antes de que pueda aclarar de qué se trataba, intuye que esos tipos son pasibles de todo tipo de sospechas, de pronto este ciudadano francés, cuya vida es tranquila, se ve inmerso en aquello que menos esperaba, siente que lo espían y no