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Mostrando entradas de agosto 2, 2009

Héctor Torres. Autor de La Huella del Bisonte

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Narrador venezolano (Caracas, 1968). Ha publicado los libros de cuentos Trazos de asombro y olvido (Senderos Literarios, 1996), Episodios suprimidos del manuscrito G (Baile del Sol, 1999), Del espejo ciego (Blacamán Editores, 1999) y El amor en tres platos (Equinoccio, 2007), y aparece en las antologías Narrativa aragüeña en Tierra de Letras (Senderos Literarios, 1997), Voces nuevas 2000-2001 (Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos, Celarg, 2001), Siete (Badosa, 2002), Cartas en la batalla (Alfadil, 2004), De la urbe para el orbe (Alfadil, 2006), Las voces secretas (Alfaguara, 2006), Tatuajes de ciudad (Sacven, 2007) y Narrativa joven venezolana (Los Libros de El Nacional-Policlínica Metropolitana, 2007). Ganador, en 1998, del primer premio en los concursos Semana de la Juventud y Poeta Pedro Buznego. Edita en Internet Ficción Breve Venezolana.

La Huella del Bisonte. Por Héctor Torres

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Capítulo 1 Un viejo dictador quiso tentar su fortuna y perdió un plebiscito que daba por ganado. Era 1988, año en que Irán e I rak finalizaron su estúpida guerra con un score de cero a cero, y el oso soviético inició su retiro de Afganistán. El mismo en que Raquel se mudaría de la casa en la que vivió buena parte de la vida de su hija, acatando las instrucciones del destino, llegadas bajo el pedestre formato de una orden de desalojo.La tarde que recibió el documento cumplía treinta y cinco años. Cumplía, también, cuatro meses desempleada. El documento lo recibió su hija, que antes de saber de qué se trataba, se había sentido importante atendiendo la inusual visita del cartero. Con la carta en la mano, la mujer lloró y maldijo al viejo cara de sapo, y la chica la secundó sin tener muy claro las implicaciones del asunto. Una de ellas era que su bicicleta no la acompañaría al que sería su nuevo hogar. Sin saber que disfrutaba del último agosto de esas calles despejadas, la niña se inclinó

Antonio Tabucchi. Autor de Sostiene Pereira

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Escritor nacido en Pisa en 1943, uno de los más importantes escritores italianos contemporáneos. Tabucchi vive en Portugal, pero vivió desde los pocos días de edad en Vecchiano, el pueblo de sus abuelos; cursó allí la escuela primaria y la secundaria. Los vecchianeses lo reclaman para sí con orgullo. Creador de un mundo único que creíamos reservado a los sueños y, en uno de sus fondos, a las especulaciones freudianas. Como al hombre ilustrado de Ray Bradbury, parecen desprendérsele del cuerpo las imágenes para crear historias. Pese a una obra dilatada, Tabucchi nunca se repite: cada libro nuevo se niega a parecerse al precedente. Sostiene Pereira, es una novela sobre la lealtad y el valor civil, henchida de melodía y de variaciones musicales. En ésta, como en otros libros, Portugal es fondo y escenario, un país que ahora vemos, gracias a su obra, como reinventado por él. No menos inolvidables son Dama de Porto Pym, relatos sacados de aquí y allá durante un viaje por las Azores; la piez

Sostiene Pereira. Por Antonio Tabucchi

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1 Sostiene Pereira que le conoció un día de verano. Una magnífica jornada veraniega, soleada y aireada, y Lisboa r esplandecía. Parece que Pereira se hallaba en la redacción, sin saber qué hacer, el director estaba de vacaciones, él se encontraba en el aprieto de organizar la página cultural, porque el Lisboa contaba ya con una página cultural, y se la habían encomendado a él. Y él, Pereira, reflexionaba sobre la muerte. En aquel hermoso día de verano, con aquella brisa atlántica que acariciaba las copas de los árboles y un sol resplandeciente, y con una ciudad que refulgía, que literalmente refulgía bajo su ventana, y un azul, un azul nunca visto, sostiene Pereira, de una nitidez que casi hería los ojos, él se puso a pensar en la muerte. ¿Por qué? Eso, a Pereira, le resulta imposible decirlo. Sería porque su padre, cuando él era pequeño, tenía una agencia de pompas fúnebres que se llamaba Pereira La Dolorosa, sería porque su mujer había muerto de tisis unos años antes, sería porque él

Norberto José Olivar. Autor de El Fantasma de la Caballero

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Nació en Maracaibo en 1964. Es Licenciado en Historia de la prestigiosa e iluminada Universidad del Zulia, donde también se desempeña como profesor. Ha publicado El Misterioso Caso de Agustín Baralt (2000), El Hombre de la Atlántida (2003), La Ciudad y los Herejes (2004), La Conserva Negra (2004), Morirse es una Fiesta (2005), El Fantasma de la Caballero (2006), Un Cuento de Piratas (2007) y Un Vampiro en Maracaibo (2008).

El Fantasma de la Caballero. Por Norberto José Olivar

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Bajé por el mamotrético distribuidor de las Delicias en dirección al terminal de pasajeros. Pasé frente a Panoram a y me desvié a la derecha, al pie del puente La Redoma, para entrar en las Playitas a comprar copias piratas de dvd. Entonces uno de esos muchachos que cuidan carros, mejor que los policías municipales y la PR, me hizo señas para que me estacionara. Me dio un cartoncito que indicaba lo que debía pagar y me aseguró que estaba bien “cuidao”, con muchachos y mujer incluidos, añadió, porque Patricia y los niños se negaron a bajarse. «Mucho mollejero» dijo ella ―así que dejé la camioneta prendida para que pudieran estar con el aire acondicionado―, pero si fuera a comprar bisutería, apuesto lo que sea, se habría tirado sin chistar. Total, atravesé la calle extrañando la cola de carros, los cornetazos y las mentadas de madre. La razón de que el tráfico estuviera tan menguado era que estaban comenzando la construcción del primer tramo del Metro de Maracaibo. Había desaparecido la

Milan Kundera. Autor de La Insoportable Levedad del Ser

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Novelista checo. Nació en Brno, estudió en el Carolinum de Praga y dio clases de historia del cine en la Academia de Música y Arte Dramático desde 1959 a 1969, y posteriormente en el Instituto de Estudios Cinematográficos de Praga. También trabajó como jornalero y músico de jazz. Sus primeras novelas, entre las que se encuentran La broma (1967), El libro de los amores ridículos (1970) y La vida está en otra parte (1973), atacan con ironía al modelo de sociedad comunista. Tras la invasión soviética de Checoslovaquia en 1968, perdió su trabajo y sus obras fueron prohibidas. En 1975, consiguió emigrar a Francia, donde enseñó literatura comparada en la Universidad de Rennes (1975-1980), y más tarde en la École des Hautes Études de Paris. Entre sus obras posteriores cabe citar El libro de la risa y el olvido (1981) —unas memorias que provocaron la revocación de su ciudadanía checa—, y dos novelas, La insoportable levedad del ser (1984) e Inmortalidad (1991). La primera excelente relato de u

La Insoportable Levedad del Ser. Por Milan Kundera

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1 La idea del eterno retorno es misteriosa y con ella Nietzsche dejó perplejos a los demás filósofos: ¡pensar que al guna vez haya de repetirse todo tal como lo hemos vivido ya, y que incluso esa repetición haya de repetirse hasta el infinito! ¿Qué quiere decir ese mito demencial? El mito del eterno retorno viene a decir, per negatio-nem, que una vida que desaparece de una vez para siem­pre, que no retorna, es como una sombra, carece de peso, está muerta de antemano y, si ha sido horrorosa, bella, elevada, ese horror, esa elevación o esa belleza nada significan. No es necesario que los tengamos en cuenta, igual que una guerra entre dos Estados africanos en el siglo catorce que no cambió en nada la faz de la tierra, aunque en ella murieran, en medio de indecibles padecimientos, trescientos mil negros. ¿Cambia en algo la guerra entre dos Estados africa­nos si se repite incontables veces en un eterno retorno? Cambia: se convierte en un bloque que sobresale y perdura, y su estupidez será i