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Mostrando entradas de enero 31, 2010

Nuestra Ética Sexual de Bertrand Russell

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La sexualidad, más que ningún otro aspecto de la vida humana, sigue siendo abordada de modo irracional aún por la mayoría de nosotros. El homicidio, la peste, la locura, el oro y las piedras preciosas (todas esas cosas, en fin, que son objeto de la esperanza y las pasiones humanas) han sido contemplados en el pasado con ojos mágicos o mitológicos. El sol de la razón ha logrado ya disipar muchas zonas nebulosas, pero no ha alcanzado aún algunos rincones. Los nubarrones más densos se concentran en el terreno de la sexualidad, algo que tal vez sea bastante comprensible si consideramos que el sexo es un aspecto que despierta las pasiones de la mayoría de las personas. Pero cada vez es más evidente que las circunstancias actuales del mundo están provocando un cambio en la actitud de la gente hacia el sexo. No se puede prever con certeza qué cambio o cambios van a producirse, pero sí podemos distinguir algunas de las fuerzas que ahora están actuando y discutir los posibles resultados

Fedosy Santaella

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Fedosy Santaella nació en Puerto Cabello, estado Carabobo, en 1970. Es Licenciado en Letras por la UCV. Se desempeña en el área creativa audiovisual. En 2006 fue seleccionado para participar en la Semana de la Narrativa Urbana, organizada por el PEN CLUB de Venezuela. El cuento leído se encuentra compilado en el libro De la urbe para el orbe (Alfadil, 2006). Sus cuentos también están en la Antología de cuentos de humor de la Asociación de Escritores de Mérida (AEM, 2006) y en la Antología del cuento breve en Venezuela (editorial ACTUM, 2005). En 2006 participó como ponente en el Primer Encuentro con la Literatura Infantil de Venezuela, realizado en Valencia. Ha sido colaborador para los periódicos El Universal y Notitarde, y para las revistas Imagen, Guayoyo Impreso, Logotipos, Dmente, Ficción Breve y Letralia. Es editor de la blog-revista de los hermanos Chang (www.hermanoschang.blogspot.com). En 2006 obtuvo el premio único en la mención narrativa de la Bienal Latinoamericana José Raf

Tres Cuentos de Fedosy Santaella

CON EL SUDOR DE LA FRENTE —Bienvenidos amigos televidentes al Remolino de la Suerte de la Lotería del Momo -grita el gran César Gondales, señalando un cubículo de vidrio en cuyo piso reposa una montaña de billetes de monopolio. César Gondales siempre grita, porque es muy buena gente, todo corazón, una especie de Lama de la alegría, y hoy domingo, a las once de la mañana, es el compañero y benefactor de don Mansueto y su hijo Grey, quienes se encuentran parados frente a las cámaras de televisión, en medio del estudio, emocionados, contentos, pero sin saber qué hacer con sus caras de párvulos regañados y sus cuerpos tiesos como extremidad de perro muerto. —Ustedes ya conocen cómo funciona el Remolino —grita otra vez el Amigo del Pueblo, que así lo llama el locutor en voice over que siempre lo anuncia con entusiasmo antes de empezar el programa. Don Mansueto y Grey mueven la cabeza afirmativamente y no saben si deben abrir la boca para decir algo o qué cosa. César Gondale

En Homenaje a Salinger, maestro

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Tres Cuentos de J. D. Salinger

EL HOMBRE QUE RIE En 1928, a los nueve años, yo formaba parte, con todo el espíritu de cuerpo posible, de una organización conocida como el Club de los Comanches. Todos los días de clase, a las tres de la tarde, nuestro Jefe nos recogía, a los veinticinco comanches, a la salida de la escuela número 165, en la calle 109, cerca de Amsterdam Avenue. A empujones y golpes entrábamos en el viejo autobús comercial que el Jefe había transformado. Siempre nos conducía (según los acuerdos económicos establecidos con nuestros padres) al Central Park. El resto de la tarde, si el tiempo lo permitía, lo dedicábamos a jugar al rugby, al fútbol o al béisbol, según la temporada. Cuando llovía, el Jefe nos llevaba invariablemente al Museo de Historia Natural o al Museo Metropolitano de Arte. Los sábados y la mayoría de las fiestas nacionales, el Jefe nos recogía por la mañana temprano en nuestras respectivas viviendas y en su destartalado autobús nos sacaba de Manhattan hacia los espacios compar