Tres Relatos de La Cruzada de los Niños de Marcel Schwob
Relato del goliardo Yo, pobre goliardo, clérigo miserable errabundo por los bosques y los caminos para mendigar, en nombre de Nuestro Señor, mi pan cotidiano, vi un espectáculo piadoso, y oí las palabras de los niñitos. Sé que mi vida no es muy santa, y que he cedido a las tentaciones bajo los tilos del camino. Los hermanos que me dan vino bien se dan cuenta de que estoy poco acostumbrado a beber. Pero no pertenezco a la secta de los que mutilan. Hay mentecatos que les sacan los ojos a los pequeñuelos, les cortan las piernas y les atan las manos, con el objeto de exhibirlos y de implorar la caridad. He aquí por qué tengo miedo al ver todos estos niños. Sin duda, los defenderá Nuestro Señor. Hablo al acaso, porque estoy lleno de alegría. Río de la primavera y de lo que vi. No es muy fuerte mi espíritu. Recibí la tonsura de clérigo a la edad de diez años, y he olvidado las palabras latinas. Soy semejante a la langosta: porque salto, aquí y allá, y zumbo, y a veces abro las alas de