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Mostrando las entradas etiquetadas como Evangelio

Madre Félix Torres: educar es acercar a los hombres a Cristo

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 Por Valmore Muñoz Arteaga Aunque su deseo más íntimo fue dedicar su vida a Dios, en su fructífero peregrinar, la Madre Félix comprendió que esa dedicación se hacía objetiva en el prójimo, de esta manera, también cumplía con la profundidad de la vocación que nos propuso Jesús: amar al prójimo como a nosotros mismos. Por ello, transitó el camino pedagógico para crear escenarios de fervoroso amor y servicio a la Iglesia, a mayor gloria de Dios. Si bien es cierto, la Madre María Félix no desarrolló formalmente un sistema pedagógico concreto, dejó muchas pistas para la elaboración de uno que tuviera a Jesucristo como centro vital, dado que tuvo claro, casi desde la infancia, que nada es pobre si Cristo está presente. Por ello, y con una claridad que solo podía venir del cielo, se trazó el objetivo de poner a los jóvenes en contacto directo con Jesucristo, esto era la base de todo. En su caso, y como sabemos, su interés estuvo en crear colegios para niñas asociados a la Congregación M...

La caridad es la plenitud de la ley

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 Por Valmore Muñoz Arteaga Escribe el Apóstol en su Carta a los Romanos que “la caridad no hace mal al prójimo. La caridad es, por tanto, la ley en su plenitud” (13,10). Esta sentencia de San Pablo, al mismo tiempo que se proyecta en el plano espiritual y ascético, nos invita a profundizar en las peculiaridades del ordenamiento social y político, ya que encauza la vida cotidiana de la Iglesia, que el Concilio Vaticano II definiera como una comunión , esto es, según el espíritu que se desborda en el Nuevo Testamento, participación conjunta en experiencias como compartir las bendiciones del Evangelio. Y cuando hablamos de Evangelio, no nos referimos a la experiencia vivida entre líneas de un libro, sino de Cristo que es vida que vive en el propio ardor de la vida. Por otro lado, la palabra ley , viene del latín lex y su genitivo legis , que se refiere a escoger o elegir fundamento de palabras como leal, legal, legítimo y legislación. Asociada, en este caso a la justicia , recor...

La fe hace grande al hombre pequeño

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 Por Valmore Muñoz Arteaga En su  Diario Filosófico , el pensador Ludwig Wittgenstein, escribió que para comprender el sentido de la vida era necesario creer en Dios, puesto que no son suficientes los hechos atribuidos al mundo para comprender a plenitud la realidad. Hay algo más allá que desnuda ante nuestros ojos el sentido profundo de la vida. Ese «algo más allá» sólo viene a nosotros a través de la fe. La fe nos abre las compuertas a un universo que le brinda un brillo especial y distinto a la opacidad limitada que descansa en la superficie de las cosas del mundo, ya que, por medio de ella, de la fe, nos coimplicamos con el trasfondo último de lo real. La fe pule con su transparencia nuestros ojos renovando la alegría del estar aquí y ahora con la lógica del amor. Conesa Ferrer explica que los principios de los cuales se alimenta la fe ayudan a organizar, interpretar y dar sentido a nuestras experiencias y pueden ser sostenidas racionalmente. El Papa Francisco nos recuerda...

La voz del pueblo es la voz de Dios

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  Por Valmore Muñoz Arteaga Desde hace muchos años vengo escuchando la afirmación según la cual “la voz del pueblo es la voz de Dios”. Una afirmación por la cual he sentido siempre mucha sospecha, no solo por su significado, sino por los contextos en los cuales ha sido argüida. ¿Podemos dar por sentado que la opinión popular revela la voluntad de Dios, cuyo mandato debe obedecerse? Supongo que, ya lo hemos vivido, cuando un gobernante goza de un inflamado apoyo popular, la afirmación será acariciada como verdad incuestionable. No será igual si, por esas cosas de la política y la ineptitud, esos números comienzan a bajar. Me pregunto, ¿podemos aceptar como verdad incontrastable la idea de que, efectivamente, la voz del pueblo es la voz de Dios? ¿Resulta racionalmente admisible suponer semejante cosa? Para los defensores de la llamada Teología del Pueblo esto no tiene discusión. Quizás, y a regañadientes, pudiera conceder algún crédito a lo que afirmó Séneca: “créeme, sagrada es l...

Cinco panes y dos peces

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  Por Valmore Muñoz Arteaga Uno de los episodios más hermosos de los evangelios es el referido a la multiplicación de los panes y de los peces. De los diversos y ricos signos de Cristo, este de la multiplicación es el único que es narrado por los cuatro evangelios. Podríamos entender por signo cuando la realidad y su invitación a ir más allá, hacia un significado ulterior, se unen en un solo todo, por ello, dan cuerpo a la credibilidad del cristianismo y confirmaban su origen divino. Un pasaje que se nos desnuda en la actualidad como bálsamo y aliciente para estos días de tormentos y complejidades políticas. Vamos a recordarlo de la mano de San Juan: “Después de esto, se fue Jesús a la otra ribera del mar de Galilea, el de Tiberíades, y mucha gente le seguía porque veían las señales que realizaba en los enfermos. Subió Jesús al monte y se sentó allí en compañía de sus discípulos. Estaba próxima la Pascua, la fiesta de los judíos. Al levantar Jesús los ojos y ver que venía hacia él...