Tres Cuentos de Julio Garmendia 1898 - 1977
LA TIENDA DE MUÑECOS No tengo suficiente filosofía para remontarme a las especulaciones elevadas del pensamiento. Esto explica mis asuntos banales, y por qué trato ahora de encerrar en breves líneas la historia —si así puede llamarse— de la vieja Tienda de Muñecos de mi abuelo que después pasó a manos de mi padrino, y de las de éste a las mías. A mis ojos posee esta tienda el encanto de los recuerdos de familia; y así como otros conservan los retratos de sus antepasados, a mí me basta, para acordarme de los míos, pasear la mirada por los estantes donde están alineados los viejos muñecos, con los cuales nunca jugué. Desde pequeño se me acostumbró a mirarlos con seriedad. Mi abuelo, y después mi padrino, solían decir, refiriéndose a ellos: — ¡Les debemos la vida! No era posible que yo, que les amé entrañablemente a ambos, considerara con ligereza a aquellos a quienes adeudaban el precioso don de la existencia. Muerto mi abuelo, mi padrino tampoco me permitió jugar con los muñecos