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Mostrando entradas de agosto 22, 2010

Tres Poemas de Luis Fernando Álvarez -Poeta venezolano-

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(Caracas, 1902 - 1952) Poeta y diplomático venezolano. Redactor del rotativo Crítica (1937) y director de la revista Fomento, se dio a conocer por sus composiciones poéticas de signo surrealista, principalmente a través del denominado Grupo Viernes , del que fue uno de sus miembros fundadores. Ocupó diferentes cargos en las legaciones diplomáticas de Filipinas, Honduras y Costa Rica. Su obra gira en torno a la presencia obsesiva de la muerte, la angustia existencial y la soledad. Entre sus poemarios se encuentran Va y ven (1936), Soledad Contigo (1938), Recital (1939), Portafolio del navío desmantelado (1940), Vísperas de la muerte (1940) y Poeta, nube e hijos (1941). Como narrador, dio a la imprenta una recopilación de sus relatos, titulada Retorno a la vida (1933). TERRITORIO DEL SUEÑO 1 Sin puntos cardinales que orienten el espíritu; con liturgias de cábala, o de interior de cielo, o con mágico hallazgo de palimpsesto, veo tu rostro, denso y profundo, como un

El Lector. Por Bernhard Schlink

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1 A los quince años tuve hepatitis. La enfermedad empezó en otoño y acabó en primavera. Cuanto más fríos y oscuros se hacían los días, más débil me encontraba. Pero con el año nuevo las cosas cambiaron. El mes de enero fue templado, hasta el punto de que mi madre me instaló la cama en el balcón. Veía el cielo, el sol y las nubes, y oía a los niños jugar en el patio. Una tarde de febrero oí cantar un mirlo. Vivíamos en el segundo piso de una espaciosa casa de finales del siglo pasado, en la Blumenstrasse. La primera vez que salí después de la enfermedad fue para dirigirme a la Bahnhofstrasse. Fue allí donde, un lunes de octubre, volviendo del colegio a casa, me puse a vomitar. Ya hacía días que me sentía débil, más débil que nunca en mi vida. Cada paso me costaba esfuerzo. Cuando subía escaleras en casa o en el colegio, las piernas casi no me sostenían. Tampoco tenía ganas de comer. A veces me sentaba a la mesa con apetito, pero enseguida me vencía el asco a la comida. Por la