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Mostrando entradas de agosto 15, 2010

Tres Cuentos de Carlos Villarino

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BAJO EL SIGNO DE CÁNCER El brazo muerto no siempre está del todo muerto: a veces percibo un hormigueo leve que me toma por sorpresa. Casi no pienso en él. De hecho, sólo con esfuerzo puedo recordar cómo era la vida antes de que se apagara la conexión entre nosotros. Con el resto del cuerpo he ido ganando control en áreas que creí perdidas por completo. No ha sido fácil la recuperación, o tal vez, para no crear falsas expectativas, no ha sido fácil demorar la ruina total hacia la que me dirigía. Cuando experimento esa sensación, esporádica y casi ajena, en la que algo de vida parece habitar todavía en el brazo, entro en un vaho de melancolía. Una neblina difusa parecida a la tristeza, porque a pesar de que me esfuerzo, no puedo imaginar cómo era que, en el pasado, bebía una taza de café sujetada por ese extremo, me asía de los pasamanos en el metro o acariciaba algún rostro. Ahora que puedo verlo de nuevo, luego de algunas temporadas de estar sumergido en la oscuridad total; lo descubro

Tres Cuentos de Martha Durán

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DESCUERPÁNDOME La piel que repasa – que rebasa – la otra piel, esa capa del mundo que la mirada no puede traspasar. Exponerse, reanudar la desnudez, descuerparse, quizá, más crudamente, descuerarse. Allí es donde me encuentro, donde los demás no pueden verme, donde se les hace imposible discreparme, donde me siento cómoda, no vista, transparente ante sus ojos. He salido a la calle sin piel que me cubra, a la vista de todos y sin embargo oculta en mi desnudez, una brutal manera de desaparecer. Al despertar esta mañana mi cuerpo había cambiado. La piel que lo cubría me ofendía en extremo. Detallé cada parte, cada fragmento de esa región irregular, entendí su extrañeza frente a aquello que estaba dentro, detrás de él. Un pliegue que baja desde mi cuello hasta el pecho repite la historia de todos los cuerpos, es por esto que no me pertenece. Las manchas sobre mis manos, oscuras, desordenadas, me han tomado desprevenida. Ya no son mías tampoco. Esta mañana, al despertar, nadi