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Mostrando entradas de enero 3, 2010

Salvador Garmendia

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Narrador venezolano que ejerció la docencia universitaria y el periodismo y escribió guiones radiofónicos y televisivos. Nació en Barquisimeto, ciudad del estado de Lara. Su iniciación literaria estuvo ligada al grupo de la revista Sardio y al conocido como El Techo de la Ballena. Con Los pequeños seres (1958), su primera novela, mostró sus notables dotes de observación y su interés por la existencia gris y rutinaria de los habitantes de los centros urbanos, de la alienación que sufren en su trabajo y en su medio familiar. En 1959 obtuvo el Premio Municipal de Prosa por esta novela. Sus finas exploraciones en la inadaptación y el fracaso se extendieron después a nuevos ámbitos en las novelas Los habitantes (1961), Día de ceniza (1963), La mala vida (1968), Los pies de barro (1973) y Memorias de Altagracia (1973), mientras progresivamente enriquecía el realismo con el aporte del género fantástico en los cuentos de Doble fondo (1966), Difuntos, extraños y volátiles (1970), Los escondites

Tres textos de Salvador Garmendia

Me ha advertido Mharía Vázquez Benarroch que el primer texto pertenece a José Ignacio Cabrujas, uno de los intelectuales más importantes de Venezuela de finales del siglo XX. TRES MONOS BLANCOS La mañana que me tocó acudir por primera vez al edificio donde tenía su sede la antigua Radio Caracas, de Bárcenas a Río, para comenzar bien temprano mi primer día de trabajo de libretista en esa emisora, me di cuenta de que hasta ese momento nunca en mis correrías por el centro de la ciudad, había llegado más allá de la Plaza La Concordia; lugar de encuentros vespertinos con alguna muchacha del servicio de adentro, de aquellas que usaban loción Sonrisa y polvos La Negrita y estudiaban en la escuela de noche. Una vez pasé la raya, me interné en esa tierra de nadie rumbo al objetivo de mis sueños, la primera emisora radial del país. Eran las ocho de la mañana y asistía al comienzo de mi carrera de escritor del aire, cuando empezaba ya a dejar de tener 18 años. Casi por inercia, me detuve