El santo de la Cruz

Oh dulcísimo amor de Dios “¡Oh dulcísimo amor de Dios, mal conocido! El que halló sus venas descansó”, escribía San Juan de la Cruz en un grupo de sentencias escritas entre 1578 y 1580 reunidas en lo que terminó llamando Dichos de luz y amor. Sentencias que, según las fuentes, son sus primeros escritos de poderosa fuerza sintética a partir de los cuales germinaría toda su obra posterior. En tiempos en los cuales el ruido y la estridencia han invadido nuestra vida y todos nuestros espacios, ruidos expresados en abominables injusticias y agresiones certeras a los derechos humanos y a la sacralidad de la vida, el gozo infinito que nos reserva la lectura de San Juan de la Cruz nos ayuda a reencontrarnos y reconciliarnos con aquellas dulces ideas que nos tejiera en el alma desde su alma enamorada: “Míos son los cielos y mía es la tierra; mías son las gentes, los justos son míos, y míos los pecadores; los ángeles son míos, y la Madre de Dios y todas las cosas son mías, y el mismo D...