Noticias sobre Homero y sus poemas
Por Valmore Muñoz Arteaga
¡Ojalá la
Discordia perezca entre dioses y entre hombres,
y con ellos la
Ira que al hombre sensato enloquece,
pues igual en
dulzura a las mieles introduce en el pecho
de los hombres,
y en ellos se crece lo mismo que el humo!
Estas palabras son parte de lo que Aquiles conversa con su madre en el canto XVIII de La Ilíada. Son palabras que sorprende, ya que, el poema homérico, en muchas ocasiones, es un canto poético a la guerra y a la violencia. De hecho, algunos estudiosos afirman que el final del poema pudo haber sido cambiado por Homero rebajando su crueldad y salvajismo. Sustituyendo estas muestras de espesura anímica, por pinceladas profundamente humanas. Este giro resulta a muchos curioso, aunque no tanto como los que se desprenden del misterioso creador de La Ilíada y La Odisea.
En torno al nombre de Homero están atados aspectos y rasgos fundamentales para comprender la cultura occidental. Sin embargo, y a pesar de ello, también hay muchas sombras y misterios, lo cual no ha permitido que sobre Homero, exista un consenso que permita saber con exactitud quién verdaderamente fue o, más misterioso todavía: si es verdad que existió. En todo caso, lo que vamos o menos es aceptado, es que pudo haber nacido en el año 1102 a. C., en una de las siete ciudades que se disputaron la gloria de ser su patria: Ítaca, Esmirna, Quíos, Colofón, Pilos, Argos y Atenas. Era hijo de Cretéis, una jovencita imprudente que quedó embarazada no se sabe de quién. Después del nacimiento de Homero su madre se casó con Femio, famoso bardo que dirigía una escuela poética, y que aparece en la Odisea, quien le enseñó el oficio de poeta; a la muerte de su padrastro, Homero le sustituyó al frente de la escuela, hasta que decidió́ dedicarse a viajar, y visitar, entre otros lugares, Iberia. A su regreso a Grecia contrajo una enfermedad en los ojos, que al poco tiempo le provocó la ceguera. Entonces decidió́ dedicarse exclusivamente a la poesía, se casó y tuvo dos hijas.
Lo que definitivamente sí es verdad, y una verdad que nos ilumina, es la existencia de dos poemas épicos atribuidos a él: La Ilíada y La Odisea. Obras que van a significar las bases de la tradición literaria en Occidente. Se afirma que pudiera ser Homero el primer bohemio del que se tengan noticias. Entendemos por bohemio a aquel que se aparta de las normas y convenciones sociales, como el atribuido a los artistas. Tuvo una vida alocada que, muy probablemente, lo condujo a la ceguera y a una muerte prematura. Se presume de su ceguera debido a que Homero es un nombre propio masculino de origen griego en su variante en español. Procede de Ὅμηρος (Hómēros), de ὁ μή ὁρῶν (Ò mē òrōn), «el que no ve», «ciego».
Aunque La Ilíada y La Odisea son atribuidos a Homero, lo cierto es que muchos eruditos han planteado algo denominado la cuestión homérica. ¿Qué significa esta cuestión homérica? La cuestión homérica es el debate en torno a la autoría estos poemas, así como la épica cómica Batracomiomaquia, himnos homéricos y otras obras perdidas o fragmentarias.
Entre las incógnitas más debatidas está la existencia de un sólo autor griego que redactara estos poemas. Las investigaciones concuerdan en que las obras pasaron por una unificación y fijación a partir de la tradición oral de los aedos y de los diferentes manuscritos que existían hasta llegar a la versión canónica que conocemos actualmente.
La vertiente analítica afirma que hay una falta de unidad en los poemas homéricos que demuestran la intervención de diferentes manos y que es una recopilación de varios versos populares. La escuela neoanalítica concluye que se trata de la obra de un solo poeta que recopiló y compuso los versos. Aquellos que defienden la unidad de los poemas sostienen que las diferencias entre los poemas sugieren que cada uno fue escrito por un poeta diferente, pero la concepción global y la inspiración creativa dentro de cada obra no pueden provenir de una compilación de poemas.
Entre todas estas capas de misterio, vale la pena destacar una afirmación hecha por Platón, cuya existencia nunca se ha puesto en duda. Para el filósofo ateniense, Homero fue el gran educador de la Grecia antigua. Casi toda la filosofía clásica bebió de las fuentes que habitan en el corazón de La Ilíada y La Odisea. Corazón que todavía late con fuerza. Los grandes valores estéticos, éticos y culturales sobre los que se sostendrá Occidente, en buena medida, tienen en la obra homérica su primer referente objetivo y formal.
Valores implícitos en La Ilíada
La Ilíada
es un poema épico que relata la guerra de Troya donde Aqueos y Teucos se pelean
para vengar la deshonra del rey Menelao al cual Paris príncipe troyano le roba
a su esposa Helena. Dentro de la obra se pueden apreciar ciertos valores y
anti-valores por ejemplo la cólera de Aquiles la cual casi provoco la derrota
de Grecia ante Troya, de este modo se puede apreciar dentro del texto una
visión inmoral de los héroes homéricos .Los héroes homéricos son valientes pero
crueles y vengativos, un buen ejemplo de la crueldad y la venganza es la que
toma Aquiles después de la muerte de Patroclo y lo que hace con el cadáver de
Héctor.
Sobre los valores en la obra se puede mencionar el amor, el cual es el principal motor en las acciones de los personajes, puesto que la guerra de Troya comienza por el rapto de Helena a manos de Paris, y la muerte de Héctor fue provocada gracias al dolor que sintió Aquiles por la muerte de su amado Patroclo. Otros valores en el texto son el respeto por los ancianos esto se ejemplificaría en lo valioso que consideran los consejos del sabio Néstor. Dentro de esta categoría de aptitudes no se puede dejar afuera la valentía, la cual poseen todos los héroes homéricos, virtud que se resalta en todo el poema.
En el caso de los anti-valores son la ira y el dolor los detonantes de las acciones principales y definitorias del texto. En toda la obra se encuentra la terrible violencia y la humillación que el vencedor ejerce sobre el fallecido, uno de estos casos seria las muchas veces en que el matador le dice al cadáver que será devorado por los perros advirtiéndole un funesto destino. Los dioses también juegan un papel importante ya que actúan por conveniencia sea para proteger a un o ser querido o para cumplir el deseo de otro dios por ejemplo la suplica de Tetis a Zeus sobre el destino de Aquiles.
Valores implícitos en La Odisea
En cuanto a los valores éticos, llama la atención la insolencia de los descendientes de heroicos combatientes, su descarada ambición pasando por alto los preceptos de honor (éstos prevalecen donde hay sobrevivientes de célebres batallas; en caso contrario, las nuevas generaciones reclaman con cinismo la gloria). “¡Oh Dioses! ¡En verdad que los cobardes quieren dormir en el lecho de los valientes!”, exclama Menelao.
Los personajes se esfuerzan por preservar valores como la hospitalidad, la virtud y la belleza asociada al honor, a la estirpe, a la nobleza, al linaje. Y, sobre todo, darles vigencia en los hechos. De ahí que Atenea exalte de Ulises el “buen ánimo que poseía para hablar y para hacer”. Néstor recomienda a Telémaco, hijo de Ulises: “sé esforzado, a fin de que se hable bien de ti entre los hombres futuros”.
Cuando los actos pierden altura ética, surge el reproche. Eidotea, hija de Proteo, el Anciano de los mares, dice a Menelao: “Eres un gran insensato, o te has abandonado a tu desgracia, o te gusta sufrir, puesto que permaneces aquí voluntariamente sin poner fin a tu situación, a pesar de que el ánimo de tus compañeros desfallece”. Menelao admite: “otras veces tengo que cesar en el llanto, pues la angustia me agota prontamente”.
La entereza es una virtud. Odiseo afirma: “De todo lo que respira y se arrastra sobre la tierra y ella misma nutre, nada hay más miserable que el hombre. Nunca cree que la desdicha puede agobiarle un día mientras los dioses le conservan la fuerza y sus rodillas se mueven; mas cuando los dioses venturosos le envían la desgracia, no quiere soportarla con ánimo paciente”.
El dominio de la palabra es una cualidad indispensable. Odiseo afirma: “Los dioses no dispensan sus dones –hermosura, prudencia, elocuencia- por igual a todos los hombres. Frecuentemente, un hombre no tiene hermosura, pero un dios le dota del don de la palabra, y todos se complacen estando ante él, porque habla con seguridad y dulce modestia”. Al lamentar el inesperado viaje de su hijo Telémaco, Penélope exclama: “¡Desdichado!, sin experiencia de la vida y sin discurso”. Pero la palabra debe ir acompañada de hechos: “aquél buen ánimo que poseía para hablar y para hacer”, refiere Penélope como una de las mayores cualidades de Odiseo, quien en otro momento y contexto explica: “Yo he de ir allá, porque una necesidad inexorable me lo exige”.
La perseverancia es otro atributo a cultivar. En medio del agitado mar, sobre una endeble balsa, Odiseo afirma: “mientras estos maderos permanezcan unidos por sus cuerdas seguiré aquí y sufriré mis trabajos con paciencia; y cuando el mar haya destruido la balsa nadaré, ya que no pueda hacer nada más práctico”.
El valor: Atenea dice a Odiseo: “Entra y no temas nada, que el hombre valeroso es aquel que acomete todas las empresas, aun cuando haya venido de lejos”.
Un elemento de nobleza es el amor al terruño, por eso Odiseo asegura: “no pudieron llevar la persuasión a mi pecho, pues nada hay más dulce que la patria para aquel que, lejos de los suyos, vive en tierra extranjera, aun cuando ocupe un rico palacio”. Circe buscaba retenerlo, por eso: “Mezcló vino de Pramnio con queso, harina y miel dulce, pero puso veneno en el pan, con el fin de hacerles olvidar el suelo de su patria”. Paz y Bien, a mayor gloria de Dios.
Lectura de un Fragmento de La Ilíada
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