LA LITERATURA SE OPONE A LA REALIDAD. Entrevista a Ricardo Piglia por Rosa Mora
Barcelona. Ricardo Piglia (Adrogué, Buenos Aires, 1940), narrador, ensayista, guionista, publicó en 1980 su primera novela, Respiración artificial. Fue una revelación y la crítica proclamó que era una forma muy novedosa de contar. Con el pasado y el exilio como ejes podía tomarse por una novela negra, pero en realidad era una reflexión sobre Argentina, sobre los vencedores que escriben la historia y los vencidos que la cuentan. En España la sacó RBA en 1996, pero pasó inadvertida. El descubrimiento español de Piglia llegó en 2000, cuando aparecieron simultánemente tres libros: Prisión perpetua (Lengua de Trapo), Plata quemada (Anagrama) y Crítica y ficción (Anagrama). Al año siguiente esta editorial recuperó Respiración artificial, y hace poco ha sacado el libro de relatos Nombre falso, un excelente ejemplo de la narrativa de Piglia, en la que mezcla todos los géneros y en la que cuenta historias deslumbrantes.
Piglia ha pasado fugazmente por Barcelona para grabar un programa de televisión con Antonio Skármeta.
Nombre falso reúne seis relatos escritos en diversas épocas. El Laucha Benítez cantaba boleros, Mata Hari 55 y Las actas del juicio son de mediados de los sesenta, un época en que Piglia, como dice, estaba descubriendo 'las extrañas tensiones entre realidad y ficción'. El precio del amor está basado también en un caso real. La caja de vidrio es la historia terrible de un hombre que puede evitar la muerte de un chico con una palabra y que no la pronuncia. Nombre falso, el mejor, que da título al libro, es una magistral novela corta en homenaje al escritor argentino Roberto Arlt (1900-1942). Trata de las pesquisas de un crítico (el propio Piglia) que prepara una edición de homenaje, a los 30 años de la muerte de Arlt, y que se encuentra con un inédito cuya propiedad está en cuestión.
Pregunta. Lo del inédito es tan estupendo que se siente pena de que no sea de verdad.
Respuesta. Una cosa puede no haber existido en la realidad y sin embargo tener un punto de verdad. Por otro lado, está implícito todo ese mundo de los herederos de los escritores. Hablaba el otro día con alguien que está trabajando en Pessoa de que siempre está apareciendo un manuscrito nuevo. Todos estamos contentos y agradecidos, pero también en un momento dado pensamos que el baúl de Pessoa es el de las mil y una noches. La idea de que alguien los escribe, no digo en el caso de Pessoa, la idea de que alguien está reelaborando esos materiales aparece inmediatamente como una posibilidad de ficción.
'La mezcla de ficción y no ficción es una de las grandes formas de la literatura actual'
P. ¿Así surgió Nombre falso?
R. En realidad empecé queriendo contar la historia de alguien que había conocido a Arlt, pero comenzó a modificarse el relato y a transformarse en la cuestión del manuscrito.
P. La mezcla de ficción y de no ficción está en pleno auge.
R. En mi caso eso está desde el principio. Diría que en casi todos los textos aparece como un elemento que viene de la no ficción y que después es tratado por la ficción misma. Me parece que esa tensión es una de las grandes formas contemporáneas de la narrativa, como los textos de Sebald o de Magris.
P. En España se ha hablado bastante de intertextualidad, y no en sentido demasiado positivo. En su obra hay mucho de relectura, recontextualización, variaciones...
R. La literatura siempre ha tenido una relación con la tradición, y la tradición es aquello que se ha escrito antes de que uno escriba; por lo tanto, nadie empieza de cero por más que piense que sí. Hay escritores que tienen con la tradición una relación más visible y escritores que tienen una relación más secreta. En mi caso, yo diría que a menudo he hecho ficción a partir de esa tradición.
P. Usted ha dicho que la literatura es una forma privada de utopía.
R. La literatura funciona, para el lector y el escritor, como la construcción de un mundo alternativo, como la expresión de cierto deseo de trascendencia, de voluntad de crítica del presente, y la utopía tiene mucho de eso. Yo creo que las utopías más que construir mundos en el futuro lo que hacen es criticar el presente para construir realidades alternativas. La literatura es un modo microscópico de hacer eso.
P. ¿Ya sólo podemos encontrar la utopía en la literatura?
R. Es quizá el lugar donde se conservan las energías que se han disuelto en la sociedad. El individuo está insatisfecho con lo real, con lo que está sucediendo, y me parece que la literatura es uno de los pocos espacios donde es posible recomponer ciertas ilusiones y esperanzas que han desaparecido en otras partes. Por eso la literatura tiene una función que no debe ser entendida en un sentido arrogante, es una función mínima, pero es una función.
'Las utopías más que construir mundos en el futuro lo que hacen es criticar el presente'
P. Una función que no tiene nada que ver con el compromiso.
R. Con el compromiso se tiende a pensar en la intervención de la literatura en la realidad, y para mí la literatura se opone a la realidad. Trata de construir un mundo alternativo que sirva de base, como un mapa, para luego ir a esa realidad y ver si se puede cambiar.
P. ¿Hay esperanzas?
R. Diré lo que dice Kafka: hay esperanzas, pero no para nosotros. Bueno, creo que hay que persistir.
P. Una pregunta obligada: ¿cómo siente usted Argentina?
Piglia ha pasado fugazmente por Barcelona para grabar un programa de televisión con Antonio Skármeta.
Nombre falso reúne seis relatos escritos en diversas épocas. El Laucha Benítez cantaba boleros, Mata Hari 55 y Las actas del juicio son de mediados de los sesenta, un época en que Piglia, como dice, estaba descubriendo 'las extrañas tensiones entre realidad y ficción'. El precio del amor está basado también en un caso real. La caja de vidrio es la historia terrible de un hombre que puede evitar la muerte de un chico con una palabra y que no la pronuncia. Nombre falso, el mejor, que da título al libro, es una magistral novela corta en homenaje al escritor argentino Roberto Arlt (1900-1942). Trata de las pesquisas de un crítico (el propio Piglia) que prepara una edición de homenaje, a los 30 años de la muerte de Arlt, y que se encuentra con un inédito cuya propiedad está en cuestión.
Pregunta. Lo del inédito es tan estupendo que se siente pena de que no sea de verdad.
Respuesta. Una cosa puede no haber existido en la realidad y sin embargo tener un punto de verdad. Por otro lado, está implícito todo ese mundo de los herederos de los escritores. Hablaba el otro día con alguien que está trabajando en Pessoa de que siempre está apareciendo un manuscrito nuevo. Todos estamos contentos y agradecidos, pero también en un momento dado pensamos que el baúl de Pessoa es el de las mil y una noches. La idea de que alguien los escribe, no digo en el caso de Pessoa, la idea de que alguien está reelaborando esos materiales aparece inmediatamente como una posibilidad de ficción.
'La mezcla de ficción y no ficción es una de las grandes formas de la literatura actual'
P. ¿Así surgió Nombre falso?
R. En realidad empecé queriendo contar la historia de alguien que había conocido a Arlt, pero comenzó a modificarse el relato y a transformarse en la cuestión del manuscrito.
P. La mezcla de ficción y de no ficción está en pleno auge.
R. En mi caso eso está desde el principio. Diría que en casi todos los textos aparece como un elemento que viene de la no ficción y que después es tratado por la ficción misma. Me parece que esa tensión es una de las grandes formas contemporáneas de la narrativa, como los textos de Sebald o de Magris.
P. En España se ha hablado bastante de intertextualidad, y no en sentido demasiado positivo. En su obra hay mucho de relectura, recontextualización, variaciones...
R. La literatura siempre ha tenido una relación con la tradición, y la tradición es aquello que se ha escrito antes de que uno escriba; por lo tanto, nadie empieza de cero por más que piense que sí. Hay escritores que tienen con la tradición una relación más visible y escritores que tienen una relación más secreta. En mi caso, yo diría que a menudo he hecho ficción a partir de esa tradición.
P. Usted ha dicho que la literatura es una forma privada de utopía.
R. La literatura funciona, para el lector y el escritor, como la construcción de un mundo alternativo, como la expresión de cierto deseo de trascendencia, de voluntad de crítica del presente, y la utopía tiene mucho de eso. Yo creo que las utopías más que construir mundos en el futuro lo que hacen es criticar el presente para construir realidades alternativas. La literatura es un modo microscópico de hacer eso.
P. ¿Ya sólo podemos encontrar la utopía en la literatura?
R. Es quizá el lugar donde se conservan las energías que se han disuelto en la sociedad. El individuo está insatisfecho con lo real, con lo que está sucediendo, y me parece que la literatura es uno de los pocos espacios donde es posible recomponer ciertas ilusiones y esperanzas que han desaparecido en otras partes. Por eso la literatura tiene una función que no debe ser entendida en un sentido arrogante, es una función mínima, pero es una función.
'Las utopías más que construir mundos en el futuro lo que hacen es criticar el presente'
P. Una función que no tiene nada que ver con el compromiso.
R. Con el compromiso se tiende a pensar en la intervención de la literatura en la realidad, y para mí la literatura se opone a la realidad. Trata de construir un mundo alternativo que sirva de base, como un mapa, para luego ir a esa realidad y ver si se puede cambiar.
P. ¿Hay esperanzas?
R. Diré lo que dice Kafka: hay esperanzas, pero no para nosotros. Bueno, creo que hay que persistir.
P. Una pregunta obligada: ¿cómo siente usted Argentina?
R. Está en una crisis muy grave, es una crisis de larga duración, pero que ahora ha entrado en un punto extremo. Hay algo muy interesante, que es la movilización. Se ha roto con esa pasividad que se produjo después de la dictadura, pero no quiere decir que esto sea una alternativa. Tampoco se puede seguir adelante con esa acumulación de corrupción, de vaciar el país, de robo... Han cristalizado relatos urbanos verdaderos. Por ejemplo, una mujer mayor de un barrio de Buenos Aires, cuyo dinero había quedado atrapado en el corralito, fue al banco, armada con un revólver y unas tijeras, a robar su propio dinero. Hizo cola, dijo que le devolvieran el dinero y luego se desmayó. Uno puede imaginarse la noche de esa mujer diciéndose que no podía ser que su dinero estuviera atrapado por esos tipos.
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