Dos cuentos de Alberto Ruy Sánchez
ALCES EN BRAMA O MILIBRO ERÓTICO FAVORITO Cuando finalmente llegamos al Centro de las Artes, en lo más elevado de las Montañas Rocallosas canadienses, un arcoiris doble se apoderó del cielo por encima de las crestas nevadas de las montañas. Era un majestuoso gesto de bienvenida que nos daba esa naturaleza desmesurada. Habíamos viajado durante dos horas en automovil desde las planicies, subiendo sin cesar hasta quedar completamente rodeados por esa inmensidad de piedra que parecía arañar el cielo. El Centro estaba en medio de un bosque protegido por la ley como una reserva biológica donde los animales de todo tipo circulaban entre nosotros. Especialmente venados y alces. En el camino vimos un inmenso oso negro escondiéndose entre los árboles. De otro tipo de oso, del Grizly, había oído las historias más temibles. Corren más rápido que un caballo y atacan con su garra enorme directo al corazón. “Justo como algunas personas que conozco”, dijo una de mis amigas. Al entrar al cuarto que me