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Mostrando entradas de agosto 29, 2010

Las Mujeres. Por Arthur Schopenhauer

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Sólo el aspecto de la mujer revela que no está destinada ni a los grandes trabajos de la inteligencia, ni a los grandes trabajes materiales. Paga su deuda a la vida, no con la noción, sino con el sufrimiento, los dolores del parto, los inquietos cuidados de la infancia; tiene que obedecer al hombre, ser una compañera pacienzuda que le serene. No está hecha para los grandes esfuerzos, ni para las penas a los placeres excesivos. Su vida puede transcurrir más silenciosa, más insignificante y más dulce que la del hombre, sin ser por naturaleza mejor ni peor que éste. Lo que hace a las mujeres particularmente aptas para cuidarnos y educarnos en la primera infancia, es que ellas mismas continúan siendo pueriles, fútiles y limitadas de inteligencia. Permanecen toda su vida niños grandes, una especie de intermedio entre el niño y el hombre. Si observamos a una joven loquear todo el día, bailando y cantando con él, imaginemos lo que con la mejor voluntad del mundo haría en su lugar un hombre. E

Las Rayas de Rodrigo Blanco Calderón. 2do Lugar en el Concurso Internacional de Letras Bicentenario Sor Juana Inés de La Cruz

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No sé de quién fue la culpa. Si de Camilo, por ofrecerme a los treinta y nueve años mi primera raya de coca, o de Ciara, por leer el relato de Quiroga con el ritmo dulce que las pecas de la nariz le transmitían a su voz, para luego, a su manera, no volver más nunca. Aunque lo más probable es que la culpa no haya sido de nadie o sólo mía o del insomnio, ese túnel que conecta con su luz mortecina todos los vicios y todas las pasiones. La literatura es sueño y la cocaína es una vigilia dentro de la vigilia. Leer a Quiroga completamente empericado era una mezcla perfecta de inconsciencia y lucidez. El estado ideal, llegué a pensar, para descifrar el único texto que en realidad me interesaba. Ese del que ahora voy a hablar, a pesar de la muerte. Las rayas es un cuento que empieza con una breve teoría sobre las relaciones entre el lenguaje y la realidad. Incluido en el libro Anaconda , de 1921, Quiroga plantea allí no sólo la soberanía sino la preeminencia de las palabras con resp

Fragmentos de Novelas - Victoria di Stefano

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EL DESOLVIDO Después de salir de la ferretería, cogimos por la calle de tierra paralela al mar. La gente decía que si tuviera asfalto sería la más bonita de todas. Para mí era la más bella con asfalto o sin él, no sólo del pueblo, sino más bella que todas las otras calle y caminos del mundo. Me gustaba. Caminaba lentamente con Isabel a mi lado. Oía su respiración y el ruido de las sandalias al rozar la tierra. Parecía una linda mujer dispuesta a vivir, a dar y recibir plácidamente; serena, satisfecha, algo nostálgica, pero feliz, feliz, muy feliz. Las casas tenían doble fachada, una hacia el mar y otra hacia la calle. En el límite de la playa estaban los cocoteros; frente a nosotros, los almendrones, los laureles y las trinitarias. Era mejor no darle la espalda a la playa. No había que mirar al oeste porque esa otra parte, tierra adentro, era árida, sucia, descolorida. Desde el mediodía las nubes comenzaron a hincharse hasta que al fin no quedaba en el cielo más que una ca